16 noviembre, 2008

Poetas Mayores Vivos y Actuales : Gustavo Armijos Morales y sus treintaicinco años de su revista La tortuga ecuestre

Por Miguel Antonio Varillas Velásquez

Ya están en esta serie de poetas mayores los antologados Marco Martos Carrera, Manuel Velázquez Rojas, Federico Varillas Castro, Roger Santiváñez de Vivanco, Cronwell Jara Jiménez. Nos corresponde ahora, la figura de Gustavo Armijos Morales. Vendrán después, la de Julio Aponte Lozada, Eduardo Urdanivia Bertarelli, José Enrique Briceño Berrú, Elvira Castro de Quirós. Raúl Estuardo Cornejo Agurto, Lelis Rebolledo.
Poeta piurano mayor, vivo actual, no podría estar sin su “Tortuga Ecuestre”, que carga a cuestas desde hace treinta años, y son símbolos ambos de la generación de los años 70, 80, 90, y de Piura, y del Perú, porque su trascendencia lo ha llevado a ese sitial, por su producción poética y su obra, su labor de difusión y promotor, dando a conocer lo que fueron después figuras nacionales de la poesía peruana.

DEJÁNDOLO HABLAR A ÉL
Amigo personal desde sus inicios. Con la colección de sus obras poéticas dedicadas generosamente con palabras alentadoras en esta tarea, también, de promoción y difusión poética y cultural, dejésmolo hablar a él, para captar directamente su pensamiento.
Para mí la creación poética es una actividad vital. He ido construyendo poco a poco mi propio lenguaje poético, sobre los pilares de los grandes creadores (Pound, O. Paz, Eliot, Vallejo, el surrealismo francés, el barroquismo lezanesco). Mi actividad poética siempre ha estado signada con el estigma de la rebeldía, yo no creo en fórmulas mágicas. Mi poesía soy yo.
La creación poética implica para mí una angustia permanente, no me considero un ser normal. Mi arte lo escribo dentro de un mundo de ruptura, pretendo a través de mi poesía la negación de lo hecho anteriormente, todo contra la tradición, de ahí mi solidaridad con HORA ZERO, angustia permanente que he mandado hasta en dos oportunidades a internarme en departamentos psiquiátricos.
No existen reglas mágicas para escribir un poema, se necesita el manejo de los elementos más adecuados, la creación depende de un estado de ánimo, escribo con pausa, no tengo ningún apresuramiento.
A mi poesía la podemos ubicar dentro del campo de la poesía realista, comunicativa. Comienzo a escribir en la década del setenta, una poesía signada por la marginalidad y que quiere ser un fiel reflejo del choque entre oriente y occidente, pensando en un ser universal, mi poesía tiene mezcla de lo culto y lo popular.
Es evidente que el poeta debe tener una participación consciente en la actividad política del país.
No tengo predilecciones literarias, siento atracción por todo lo que sea literatura, desde la lectura de la Biblia, así como los clásicos y los contemporáneos. No creo en esquemas generacionales, eso es invento de los historiadores y críticos para estudiar grupos de escritores. Trabajo mi poesía de una manera obsesiva y eso ha sido el gran problema de mi vida, que incluso me ha llevado a crisis emocionales graves, con tratamiento psiquiátrico.
Me considero una persona demasiado solitaria y he ido perdiendo afectos en mi vida por culpa de la literatura ya que a ella la amo con pasión. Me deprimen muchas cosas, como la envidia, pero no me arrepiento de lo que he hecho en mi vida y si me dieran a escoger la actividad a la que me dedicaría, sería la poesía.

BIOGRAFÍA Y OBRA
En su primer poemario “Poesía, Mundo y Amor” (Lima, 1970), cuando Armijos tenía 18 años, en el Prefacio del poemario, se dice Piura ve el nacimiento de un nuevo poeta, quien contagiado de ese espíritu combativo propio de una provincia, deja de lado todo hermetismo y se lanza en pos de la fama. En su primera obra –muy modesta, por cierto-, trasluce la formación familiar que tiene y su inquietud por un mundo mejor, con su principal fuente de inspiración que es el amor y busca en la vida su razón de existir, mostrando su resentimiento hacia el mundo exterior. Nació en Piura (1952), siendo sus padres Sergio Armijos y Violeta Morales, en los primeros años de su vida se inclina por la carrera religiosa, pero luego es atraído por el periodismo y la poesía. Su primer poema de su primer poemario, de hace 37 años dice:
Hoy he muerto
los ríos corren las aves vuelan
la vida marchita
recoge mi esplendor
Mis huesos hielo
mi carne herida
atraviesa vientos
atraviesa aires
en busca de potestad
Descansa mi mente
lívida encantadora Lucidez
Silencio en las ideas
Silencio en el dolor
la guerra terminó.

En su segunda obra “Retrato Humano” (Lima, 1971, Ed. Continente), su biografía es más amplia. Después de su inclinación por la carrera religiosa y estudiante salesiano, atraído por el periodismo busca su consagración, siendo un fracaso en el aspecto amoroso y no pasó de ser el eterno enamorado jamás correspondido. En este segundo libro, su biografía dice que es crítico radial deportivo, alternando su profesión con el quehacer poético. En este poemario derrama esa objetividad que tanto se reclama y se interna en los acantilados inexpugnables, realista, que revela creación, dolor, naturaleza, sufrimiento, amor, confundido busca el infinito irremediable; lo atormenta el martirio; para él, el mañana es un pasado que huele a arcilloso recuerdo.
La tercera obra de Armijos, aparece con el título de Celebrando al Trovador (La Manzana Mordida Nº 29, junio/1991, Lima), revista del Director Carlos Zúñiga Segura, donde afirma que en el florecimiento de sus instancias Armijos amalgama lo popular y lo culto, y que sus poemas reflejan todo el drama de una generación, su línea estilística evidencia el tiempo real del avatar cotidiano donde la ironía, amargura, soledad y desesperación son los signos que alimentan visceral o vivencialmente la visión humana centrada en lo perentorio y la experiencia alucinante, afirmando también que en el aspecto de la poesía peruana, especialmente en el imperio de la vanguardística generación del setenta, Armijos es presencia viva, dinámica, cúmulo de alegrías, pesimismos y angustias; esta tercera obra de Armijos aparece después con el nombre de Celebraciones de un Trovador (Asociación Nacional de Escritores y Artistas ANEA, Lima, 1993) donde su biografía va ampliándose: sus estudios en la Universidad Católica, su labor periodística en Radio Nacional, en la Universidad Garcilazo de la Vega, donde ejerce la docencia universitaria, enseña en el Instituto Superior Tecnológico “Peruano” y en el Instituto Superior Tecnológico Lima, del centenario colegio Lima San Carlos; en 1979 gracias a una beca de organismos internacionales viajó por varios países latinoamericanos y europeos, en 1973 fundó la revista «La Tortuga Ecuestre» que continúa hasta hoy; en 1981 viajó por el Río de la Plata, Argentina, Uruguay, siendo después Presidente de la Cooperativa del Colegio de Periodistas del Perú en 1985 y Vicepresidente de la ANEA en 1990.
Celebraciones de un Trovador y Celebrando al Trovador, tienen el mismo contenido poético, sólo se ha cambiado el título; en la primera aparece el homenaje a Armijos y a la Tortuga Ecuestre, del poeta nacional César Toro Montalvo, y en la segunda la Entrevista a Armijos, de Carlos Zúñicia Segura.
Gustavo Armijos es un símbolo de la poesía peruana de los años setenta, afirma César Toro Montalvo, como poeta, editor y director, a la que su revista La Tortuga Ecuestre lo encumbra en la gloria de las letras peruanas.
Sobre la aparición de la tercera obra de Armijos, Carlos Valencia. en Bibliografía de Gustavo Armijos (La Tortuga Ecuestre Nº 239, 2005, Lima), en la sección Poemarios, señala que Celebraciones de un Trovador fue editada en Lima, en 1977, con prólogo de Luis Hernán Rarnírez.

Otras obras del autor son:
Liturgia de la Vigilia (Lima, 1979)
Cántigas de Ruth (Lima, 1980)
Tierras del exilio (Lima, 1982)
Conversatorio (Haravi, 1989)
En esta vieja nave (Prólogo de César Toro Montalvo, Lima, 1998)
En esta vieja nave y otros poemas (1 Edición, Lima, 2000)
En esta vieja nave y otros poemas (Prólogo: Antonio Sarmiento, i Colofón: Lima 2003
Varia Canción (Prólogo de Miguel Angel Guzmán Dávila, Lima 2003)
Poesía Peruana Contemporánea. Antología de la Tortuga Ecuestre, Prólogo, Selección y Notas de Gustavo Armijos (Lima, 2003)
Foederis Arca y Otros Poemas (Lima, 2007)

«LA TORTUGA ECUESTRE»

Hablar de Gustavo Armijos es hablar de «La Tortuga Ecuestre», de la Generación de 70. Es una hija del autor que tiene XXXV años, que tomó el nombre de un famoso libro del poeta surrealista César Moro (1903-1956 ) como dice Danilo Sánchez Lihón (1944) en el texto antológico de la revista citada, en el volumen de la Poesía Peruana Contemporánea, al conmemorar los treinta años (2003 ) de creación en 1973, tiempo que constituye un hecho asombroso, una hazaña y una proeza, que nos hace dejar al lado la queja y el lamento, para celebrar jubilosos un hecho real y tangible, como es el esfuerzo realizado, no desde el Estado ni de la empresa privada, sino al lado del anhelo y el impulso que anima a la poesía, a este proyecto cultural surgido de un hombre imbuido de ideales y sueños, que como dice Tomás Moro : “pertenezco a la sombra y envuelto en la sombra yazgo sobre un lecho de lumbre”, afirma Sánchez Lihón, para decir que son treinta años de la terrible historia del Perú escribiendo poesía, una poesía en tiempo de miseria, y se lucha con la poesía para imponer la vida.
Las revistas como «La Tortuga Ecuestre», son necesarias y vitales –dice Sánchez Llhón–, por que nos señalan el rumbo y la marcha de la vida; conjuncionan a una comunidad de personas que cultivan la poesía; sirven de alguna manera a la forma de la cultura nacional; constituyen la memoria, el registro y la herencia histórica de un proceso; son la vanguardia y la atalaya que vigila y descubre, el ojo avizor, la punta de lanza.
La «Tortuga Ecuestre» es la revista de poesía de más larga vigencia en el Perú, es parte de la obra poética de Gustavo Armijos. Es su mejor poema. Un cuaderno - generalmente- de ocho páginas, que en cada edición nos revela a nuevos poetas y nos reencuentra con quienes persisten en el oficio de la palabra. Surgió para expresar a su generación –la Generación del 70–, pero poco a poco se convirtió en el espacio de encuentro de todas las generaciones y corrientes poéticas, sin discriminación ni marginación ; es un espacio de encuentros y no de desencuentros, sin reglamentarios ni grupos. Fue el resultado de una larga tentativa de un grupo de poetas jóvenes veinteañeros, melenudos y pobres que solían reunirse en el centro de Lima (bar Palermo), que querían publicar una revista de ruptura, pero de gran pluralismo poético e ideológico, pero ante tanta demora Armijos se lanzó solo a la tarea y un día de 1972, 1973, apareció con la revista hecha, con el primer número en que puso como director al poeta Isaac Rupay (¿timidez? Así lo afirma Juan Carlos Lázaro, en el Nº 270, octubre 2007, de La Tortuga Ecuestre, año XXXIV.
César Toro Montalvo (1947), el más nítido exponente y el más decidido propulsor de nuestro medio de la poesía “visual” y la concepción “mágica" de la palabra (Ricardo González Vigil, Poesía Peruana Siglo XX, II tomo), en el homenaje a la revista y al autor, reitero Toro Montalvo, hace uno de los elogios más patéticos afirmando que la revista es uno de los hitos mayores en el desarrollo de la literatura peruana del siglo XX; en sus páginas han aparecido buena parte de la poesía peruana de las generaciones del 70, 80, 90 y siguen, inclusive poetas y escritores extranjeros, señalando a algunos, como Jorge Pimentel, Enrique Verástequi. Ricardo Silva-Santisteban, Arnold Castillo, Carlos Zúñiga Segura, Danilo Sánchez Dihón, Juan Ramírez Ruiz, José Watanabe, Enrique Sánchez Hernani, OmarAramayo, Nicolás Yerovi, Cesáreo Martínez Feliciano Mejía, Jorge Nájar, César Toro Montalvo, etc. También Armijos emprendió su Antología de la Poesía Peruana del 70.
Marco Martos. Armando Rojas, Julio Carmona, Eduardo Urdanivia Bertarelli, Rosa Natalia Carbonell, Carlos Guevara, Armando Arteaga, Julio Aponte, Roger Santiváñez, José María Gahona, Rufo Cárcamo, Federico Varillas Castro, Lelis Rebolledo, Héctor Rojas, Javier Canzino, Carlos Bayona, Jorge Castillo Fan, entre otros, han desfilado por La Tortuga Ecuestre y su Antología.
Gustavo Armijos sigue adelante, igual que siempre con su tortuga al hombro, una tortuga que camina, produce y difunde cultura piurana y nacional, con sus amigos del alma César Moro y César Toro Montalvo, su vanguardismo propio de él, su surrealismo, su soledad, sus sueños, sus realizaciones, sus alegrías. Poeta verdadero, poeta puro. Poeta mayor de la poesía piurana, que derrama modestia y sencillez, calidad humana.
Esta biografía y bibliografía es incompleta, por que no se hace referencia a sus reseñas antológicas, premios, concursos ganados, crítica nacional y extranjera, análisis de sus obras, entrevistas, antologías, ensayos, etc., como ha intentado hacerlo Carlos Valencia.

EN ESTAVIEJIA NAVE: JULIO YAMUNAQUÉ

De toda la obra Poética de Armijos hemos buscado la de mayor sabor piurano y encontramos el Canto XVIII de “En esta vieja nave”, del que entresacamos algunos fragmentos de Julio Yamunaqué.

Julio Yamunaqué
piurano al sur del médano o la duna,
cargador de bultos, albañil o embustero
peón en una chacra, conductor de vehículos
y cantautor de valses de cantina.
Guitarrista enseñoreado con los viejos acordes del maestro
yo te recuerdo en los patios de casas solariegas
cuando cae la tarde y el sol es más rojo en mi memoria.
Cuando llegué a estos arenales era la reencarnación de
un sicótico del siglo XVIII y buscaba mi destino en otras calles.
Tenía un cielo enorme con nubes de oro y las soñas
acariciaban mis oídos de niño mataperro.
Llegué a un enorme sueño un infinito sueño
golpeado por la lluvia y alcé los brazos en señal de victoria.
Soñé en la orilla del río y pesqué peces multicolores
en sus esqueléticas aguas que sólo traen alegrías en verano.
Julio Yamunaqué
hermano del jilguero, del chilalo y la putilla
degustador del pachucho en el chichero
los pájaros orquestaban en el calor de la tarde
como diez mil demonios celebrando a un zorzal herido.

Cuando dije “Esta tierra es mía” salieron a saludarme las ortigas
alguien gritó “churre de mierda” y no hice caso.
Yo he visto a mis hermanas parir en un potrero
cultivar el algodón desgarrándoles el fondo de la entraña.
Yo fui solo un ladrón de sueños,
el cálido rumor de las mañanas.

LA OBRA DE ANTONIA SABINA GUTARRA SINCHITULLO




Hay libros que se alojan sin duda en la conciencia, mientras hay otros que desaparecen sin dejar huellas. Cuando leí la obra de Antonia Sabina Gutarra Sinchitullo, cada uno de sus versos se impregnó para siempre en mi inconsciente.
La estructura del libro me traía un nuevo mensaje y a pesar de mi madurez encontré que mi formación teológica en el Salesiano era un llamado a la reflexión.
La voluntad para crear no sólo se refleja en el lenguaje sino en la actitud que asume la autora y que a veces ocurre más temprano, por ejemplo en los autores de mi generación que escribieron sus mejores poemas a sus veinte años.
En mi lenguaje existe obstinación creadora que es una expresión muy bella y elocuente para resumir la obra de Gutarra Sinchitullo, una de las poetas fundamentales de la nueva literatura femenina. Esa voluntad para escribir bellos poemas acerca de la condición humana. Creo que toda la vida expresé mi vocación por todos aquellos que tratan de transformar la vida a través de una obra consistente y por ello hablo de todo lo que significa creación que es tan inherente a quien trata de ser diferente en su medio hostil para el arte y en general para el trabajo artístico y sobre todo lo difícil que resulten ser mujer y decir la verdad ser trabajadora; el valor dado escritora / mujer.
La autora no se desinteresa de un tema tan importante el religioso que no es ajeno a la historia de nuestro país.
Es necesario conocer su evolución y observar como la mujer creadora que logró su fin y no sucumbió ante el drama de la indiferencia.
He observado en otros autores alcanzar ansiedades nervios para tocar temas epidérmicos y que no aportan absolutamente nada a la transformación de una auténtica labor artística.
Antonia Gutarra Sinchitullo está en condiciones de ofrecernos una obra que afirma su capacidad de poetizar y sobre todo que nos muestra sus vivencias desde una visión telúrica arrancada de los maravillosos apus.
Aplicando su propia filosofía desecha todos los elementos que le son ajenos al paisaje en los que desarrolló su experiencia vital y recoge con exactitud una realidad de la nación Wanka llena de coraje y lucidez.
Su obra es un árbol gigante que esparce sus frutos por doquier y cuyo trabajo ha tenido que vencer todas las dificultades de un mundo exterior demasiado hostil para la labor creadora de una autora que viene de Huancayo, donde ha tenido una fructificante actividad de crear poesía con apoyo de sus padres y con un entorno familiar tan fiel a la voluntad creadora de una poeta que se prepara a entregarnos una obra mayor como la de Carmen Ollé, Cecilia Podestá o Denise Vega Farfán. (Gustavo Armijos)


POEMAS DE GUSTAVO ARMIJOS
EN LA TIERRA PROMETIDA DEL ESPANTO

Hay un encanto cercano a tantas letanías expresadas en medio de la ciudad
donde nostalgiamos filosóficamente en la América cristiana
que se aleja como una tela multicolor frente a la noche perpetua.
Los trozos de pollo a la brasa se esparcen con un olor a fruta encantadora
en la mesa con agua gaseosa ensaladas deliciosas con olor disperso
ingresando a la tienda.
Tiene la tristeza de un monje célibe en una morada terrena.
Mi resistencia es exigua para el delirio y para las aves de mal agüero.
Cada día compartimos el lúgubre almuerzo en que digieres lo alto del infortunio.
Si alguna vez no logras levantar las cadenas o logras leer los poemas
que para ti compuse fuera de sí,
ojalá aparezca Salma en paños menores revestida de cal y plomo.
Mis brazos y los tuyos no tienen tatuajes ni dádivas opulentas
y hemos guardado las espadas para la hora del encuentro.
Jamás imaginé tu rechazo en nombre de la lujuria
para seducirme con tu risa de quelonio
pero el vino por tomar no lo bebamos en secreto
pues pedirme salud delante de todos los mortales
farfullando tu nombre de amor y borrachera.

Seremos una cofradía sin tardanza para adorar la tierra
con nuestra poesía ancestral y sin tapujos para los cabrones
igual rango tienen los que disipan el pudor en plena berma
donde los coches corren a 80 km/h con placer por el vértigo
de la velocidad trotando sin accidentes.
Ya no es gracia viajar en un destartalado tranvía
que equivale a la generosidad equina de otras épocas.
El hastío y el reproche son el viejo discurso de holgazanes
contemplando las casas de las aves que en solitario vuelo
surcan territorios en la desolada metrópoli.
Mis párpados agotados por el sueño se agrietan frente al timón
como rapaz ave de rapiña en medio del smog.
La humedad del rocío se posa en el parabrisas
parecen guijarros de la carretera con una fatiga arenosa
con un vestido refulgente opulento en el ardor.
Muestras tus piernas junto a un recodo de la morada
avidas por el placer las guitarras echan sus trinos al vuelo
y mueves el dial de la radio y te mueves en una alberca imaginaria.
Y llena de plesosaurios hambrientos ante el desnivel mugriento
donde no está el alazán favorito de mi acompañante.

UNA LÍNEA SIN FRONTERAS E IMAGINARIA

Cuando miro y observo mi imagen en la claridad de sus pupilas
navego en un barco de enorme quilla con una bandera flameando en lo al alto
ojo unigénito que pinta mi destino cuando miro la noche como gato.
La imaginería me ha permitido sembrar de pequeños arbustos
su estampada blusa que me ofrece un busto vituperado por el aire
y que ni frío ni verano puede esconder.
Tu nombre está tan cerca de mis cansados labios
cuando hemos tomado cerveza como cortinas blancas
en el ardor de un cielo enrojecido por el asedio.
En mis oídos suena un lejano portón de Ayacucho
que se estrella en el escenario donde se escenifica el obstracismo.
Eres una luz delgada que aparece como meteorito
y se interna en un mundo de recuerdos en esta calle Quilca.
Estás tan cerca de todos los amigos cuyos saludos se derriten
como un extraño estremecimiento.
Luz que erupciona y cierra tus ojos de gata endemoniada
disolviéndose en el éter.
Parte de una historia de amor desbordándote con la cerveza
erupcionas en el volcán de tus deseos inhóspitos.
Yo, callo como carretera abandonada
Tú, escarbas por un instante
Tú y yo alojados para siempre
en la tierra de los muertos.

LOS DOMINIOS

Me dices que eres un sueño
y eres el sueño más feliz de la tierra
para escuchar el sonido de las mandolinas y ocarinas.
Dios sabe que florecillas iluminan tu semblante
o tus manos de vidrio y de madera.
Se podrán pintar el cielo de amarillo
y tus senos de tenue color del espectro solar
como los canarios insulsos y estridentes.
Cambiamos acaso mi camisa con olor de oro
y con una visa de caña de agua dulce
en medio de la tempestad aluviónica.
Bajo una palma seca deseo guarecerme
porque anoche fuiste el mismo sueño de la locura,
y te sentí en pleno goce de un amor platónico.
Fuiste la vida con tus manos vacías encima del camastro
donde tus pisadas tienen una callosidad de casas calladas
mueren los peces con sus dientes de fuego
y avivan los latidos de cohabitar con el demonio
en otros dominios y ensueños de la muerte.

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