15 noviembre, 2008

Poemas de Paolo de Lima

Paolo de Lima. Lima, noviembre 1971. Formó parte del grupo poético Neón (1990-1993). Hizo estudios de Derecho en Lima, una maestría en Creación Literaria en El Paso, Texas, y una maestría de Literatura en Ottawa. Actualmente culmina estudios de doctorado en la Universidad de Ottawa. Ha publicado los poemarios Cansancio (Filadelfia 1995 y Lima 1998) y Mundo arcano (Lima 2002). Ha publicado poemas, artículos y ensayos en Perú, Chile, México, Estados Unidos, España y Canadá. Ha realizado lectura de sus poemas en diversas ciudades de su país, así como en El Paso, Austin, Boston (Estados Unidos), Ciudad Juárez (México), La Habana (Cuba), Sevilla, Madrid (España), Ottawa, Montreal y Toronto (Canadá). Obtuvo el primer premio de ensayo otorgado por la Asociación Canadiense de Hispanistas al mejor trabajo de un estudiante de un Dpto. de Español de una universidad canadiense durante el periodo 2004-2005.

Poemas

LOS INDICIOS ÍNTIMOS

Incompleto y localizable, pleno en sus facultades amatorias
y respiratorias, con pulmones de tiburón blanco, con orejas de biznaga
y tobillos infrarrojos, sujeto a una tenaz convicción
que se demora en constituirse para hacer nuevas proezas
cotidianas y concretas, cemento, la piel que se desgarra
como para recibir una nueva capa de pintura látex—
un sujeto y su doble firmamento en rompecabezas
nunca realizado pero realizable, sin cabeza en su interior
de páncreas, buches, pescuezos en los cordeles sin lluvia,
interior F o superior izquierdo, no nato o nn como la fiebre
que arranca una confesión, incompleto en su espacio
cuya dinámica tiene el sentido de las huellas honradas en la piedra
los indicios íntimos cuyo relieve se palpa como una fruta recién lavada
los resultados de una actitud que subsume un álgebra o una parcela
o acaso el goce del agua sobre el dintel, el goce del mar
sobre las cascadas, la ternura del barro abrazando al gusano
el peligro del amor en las yemas rosadas
fichadas por sus huellas digitales que en el trabajo generan luz
muda y sorda, tenaz y localizable, plena.

Inédito.


UNA HISTORIA QUE NO SE PUEDE FIJAR...


Una historia que no se puede fijar, nómada
y errante Historia que no se cuenta Ni a sí
misma siquiera Sin pasado No tiene relación
con nada Ni con el tres ni con el mañana
A flujos, sin interrupciones, en el medio
exacto de dos puntos sin principio
Con flujos de edades, edad niña, edad joven
y adulta, anciana, edad de muerte y tiempo
Edad que no se cuenta ni cuenta
sin estancarse el flujo, corriendo, oyendo
Huyendo sin escaparse ni sentarse
y entonces vamos, hacia allí
Una historia que fluye, en su flujo, sin
confesión de parte ni obligada
Sin poder ni Poder Con poder y Poder
Contra Poder / Auténticas líneas
de investigación, líneas de hormigas
negras, marrones y rojas –Líneas de la mano
/// Dice que es su historia /// Algo entre
la línea: la guerra Entre los flujos: la tensión
Que no vale nada, ¿y a ti qué te importa?
No aflojar no interrumpir Siempre viajar
Con los dedos y con los pies
Escribir sin molde ni modelos, ni las de tv
Fragmentariando, segmentando sin segmentos: por
interrumpir la línea, abracadabro, arcano y sucio
Tos, asma y cruz Oír sin párpados, sin pedir
Aborto del punto derramándose en la línea, fluyendo
en los pliegues y los bordes, entre los entres, en el medio
exacto de su nacimiento Azul tu agencia, sin ya siquiera
un montículo o una luz de luna que responda Que responda
hacia fuera, o en las fronteras de tus cavidades
Una historia que no se puede fijar, que nadie desea,
que nadie (no hay nadie) desea fijar.


Publicado en Ciberayllu, Missouri, 12 marzo 2003.


DE-CIERTOS


1

De cierta gente se abre una sospecha
incierto modo adherido a tus cantos
ambiguo caminar de una mirada
que no se anuncia, que vemos prolongar en sus bordes.
Pero cedes ante las arenas
es de fuertes cerciorarse y preguntar al desierto
que te llama para renovarse.

2

Y en esta jornada renuncias al oído que te acecha.
La línea erosiona y dice a la vez
sólo es una forma entre el calor
nada es real, todo es imagen de tu mente alborotada
en aquellas variaciones de los valles
que se ondulan en una forma que recuerda al cuerpo
sin nombrarlo.
Imaginas aquello que no tardas en adivinar
parece una evidencia inútil de las averiguaciones
en la inocua calma del que te llama.
Sin envidia ni posibilidad de fuga
tus bolsillos rebuscas con la certeza
de identificar en el acto tu patria imborrable.

3

Pero ya es tiempo de caminar sobre las sombras
nadie se aparece porque sí, eso lo sabes
y en la distancia de tus pasos una nueva emoción
renace.
(¿Recuerdas que recordabas,
que solías ceder ante los llamados de la memoria?
Ni un solo instante deberías morir, pero es el desierto
la noche más inútil de tus días).
Para retornar al instante debes averiguar
si en tu mirada puede posarse el vacío
que anuncia lo próximo, lo que deseas acariciar
para vivir nuevamente la emoción del recuerdo
o acaso ordenadas pasiones que no intuyen
los días y las sombras de aquel que te llama
desde el fondo de ti mismo.

4

De ser cierto, reirás en la noche de los soles.
No estás solo, eres la persona que reina
en el laberinto ciego donde recoges las claves.
No es un laberinto ciego, es una carretera en medio del desierto.
No es una carretera, son los inmigrantes furiosos en su fuga.
No eres tú, es una estática memoria en medio del orden que te ata.

5

¿Y el amor? Quizá sea una estufa caliente, el pan de la mañana
que aquí no tienes, el suelo que recoge el ruido de tus pasos.
Pero la pregunta vuelve, y no es el regreso un atardecer
porque en el desierto no sientes ni recuerdas, sólo el calor te acompaña.

6

Y sigues sin responder, sin enunciar del silencio lo amado
no querer saber es no querer hallar la pregunta que intuyes
la verdad que para las pequeñas lagartijas del desierto
es lejana.
Pero mejor pensemos en las sombras, en una variación
incómoda para conseguir la misma certeza
que alejas cuando observas la difusa línea
del horizonte.
Si lograras atrapar con tus propias manos este paisaje
lo estrellarías contra el suelo, contra tus inciertos pasos
para continuar sin responder en el silencio que el calor inflama.

7

El señor del desierto, el señor de la ciudad del desierto,
el señor que no es señor.
¿Y la soledad? Es el amor una muestra de que vives
así sea para escribir lo que no sabes
o para leer los libros que te postergan.
En una sola búsqueda reúnes tu calmada furia
y ahora es una pregunta a la nada la que te afirma.
No era furia, ni era soledad, era la tranquilidad
de observar el desierto que te aburre.
Los cuatro puntos cardinales son tres: norte y sur
un mal chiste leído en Chile, como los cinco puntos
cardinales de Cuba. ¿Y Montreal? Martín Adán habló de Montreal.
Pero vuelven los desequilibrios y las pequeñas salidas,
las esquinas sigilosas que te esperan para ser dobladas
entre tus pasos y la distancia que se aproxima para señalarte.

8

En la cercanía se oculta la mentira, no es una buena frase
pero la acabas de pensar. Ni después ni nunca
porque ahora necesitas definirte entre las caricias inciertas
y recorrer solo el tránsito perdido en las arenas.
Sorprendido en tus propias inquietudes, sólo la voz
es una presencia grata, ¿pero dónde se ocultará?
No hay huacas, sólo la lejana imprecisión que sabes alborotada.
Miles de personas se esconden bajo el calor en espera de las sombras
y eso te hace sentirte acompañado.
No es tu caso, ¿pero es la proyección acaso diferente a tus impulsos?
El trozo de recuerdo que aquí mismo invitas
como estrellas de cinco puntas en recorrido violento
te empuja hacia el desierto.

9

La voluntad de comenzar trata de ganar tu idea.
En su incierta hora, el triste caminar en la imagen
te arranca la tormenta picuda, la ventaja salvaje de la palabra.
Y en la irradiación instalada en tu tormento
gozas almacenando los imanes de las arenas.
Y es el canto. Y es tu visión
una música situada en los antecesores,
en las dunas enanas de negadas metáforas sin color
y al borde de largos, silenciosos espacios.
A una sola llamada
severo en el fin de los fuegos incluso
tu calzado regresa, emocionado,
al terreno fértil donde la memoria reclama:
¿Es aún posible compartir en el tren de la lengua
la llama de la gloria? A tus mañanas las nombras
pero quien está aquí no es más el que estuvo allá.
Y en las memorias humanas de ocasionales momentos
se torna invisible la tradición, invisible el mapa de tus obligaciones.
Y a su regreso, los frágiles inviernos
ostentan idéntica manera cuando se afrentan.

10

No es tu palabra, es tu voz, es la lengua del país
o es el país de la lengua que se opone a tus aciertos.
No son tus aciertos ni es eso lo que se llama
una infundada búsqueda en la terca distancia.
Porque también está el cuerpo, y los cuerpos
que te dieron cuerpo, y los cuerpos que saldrán de tu cuerpo.

De Mundo arcano. Lima, Contracultura, 2002.


¿Cómo entender tus largas razones premeditadas?

La brisa viene detrás de sentimientos encontrados
de los que nadie dijo nada. Una oración
mantendrá la duda a nuestro alcance
y al obedecer tu silencio seré cómplice
callando.

La palabra cogerá un gesto de esquina,
ese que nace a cada confrontación, difuso y tardío.
El tiempo anochecido en tus calmadas formas
procurará cada par de escurridizas excusas: olvídalo.

Volveremos a observar la piedra meridiana
tan lejos del tacto, al cercar un corazón
cruzado de brazos ante la injusticia, como
cuando el resplandor devolvió dignidad a tus sueños
y te fue negado el mensaje. Entonces
las páginas serán comprendidas
y callaré sin dar entendimiento a mis miradas.

Ya será vano, para entonces,
llorar o conceder el perdón si se quiere
porque nos habrán denunciado las cosas.


De Cansancio. Filadelfia, Asaltoalcielo / editores, 1995.

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